3.JUNIO.2019
Begoña Montero Zahonero y Beatriz Sierra Martín imparten la asignatura de Literatura en el IES La Serna y Barrio Loranca en Fuenlabrada (Madrid). Durante este curso han creado un safari literario con el que los estudiantes han redescubierto su ciudad a través del arte y la literatura. Nos lo cuentan a continuación.
Hemos comprobado en numerosas ocasiones que los alumnos comprenden mejor los conceptos abstractos si se les da un enfoque práctico, así que, cámara de fotos en mano (o móviles, en su defecto), animamos a los alumnos de 1º de Bachillerato a salir a las calles de Madrid a buscar pistas y realizar su propio safari urbano literario. El objetivo era la realización de un concurso entre centros para ayudarles a afianzar sus conocimientos de literatura. ¡El más rápido obtendría todos los maravedíes!
La literatura del primer trimestre abarcaba hasta el siglo XV y la primera parada de este safari fue en el Museo del Prado. Los alumnos tenían que averiguar qué pintor custodiaba cada una de las puertas y su obra más famosa con las siguientes pistas:
Una vez dentro del museo debían encontrar cuatro obras de arte con unas claves y contestar unas preguntas relacionadas con la literatura. Por ejemplo, con la primera pista (‘El camino de las estrellas quedó incompleto. Dos ángeles velan por la túnica roja. Ofrecen regalos al rey’), los alumnos debían explicar por qué lo identificaban con la obra ‘Adoración de los Reyes Magos’ de Rubens y su relación con la obra literaria ‘El auto de los Reyes Magos’. Tras esta pista le siguieron tres más con las que el alumnado identificaron obras de Murillo, Puebla y Tolín o Paret y Álcazar con distintas obras literarias.
Para la actividad, los alumnos se organizaron en grupos de cuatro a seis personas y fotografiaron cada uno de los espacios del museo en los que estaba permitido. Su trabajo final, que puntuó un máximo de 1,5 puntos en la evaluación, consistía en hacer una presentación en la que se resolvieran cada una de las pistas y en la que incluyeran las fotografías de este safari literario.
En el segundo trimestre el safari se desarrolló entre el Barrio de las Letras y la Biblioteca Nacional, puesto que aprovechamos una exposición que había sobre ‘Lope de Vega y el teatro del Siglo de Oro’ en la que se hacía un recorrido desde el siglo XVII hasta el siglo XXI. Tras la visita fotográfica, los estudiantes debían encontrar las huellas literarias en el Barrio de las Letras, pero lo hicimos a la inversa: les dimos direcciones y los alumnos tenían que investigar qué conexión con la literatura barroca había en las direcciones que les habíamos marcado.
En algunos casos fue fácil porque las placas conmemorativas de las paredes les ayudaron, en otras tuvieron que investigar qué era el Teatro Español o el Hotel Madrid Reina Victoria de la Plaza de Santa Ana, por qué se llama así la calle del León, por qué es importante el convento de las Trinitarias, qué ocurrió en la calle Atocha 87, o en el número 39. En definitiva, estos y otros muchos lugares les ayudaron a trasladarse al Madrid del XVII y, por una mañana, sentirse vecinos de Cervantes, Lope, Quevedo o Góngora.
Y para terminar nos alejamos del temario para conmemorar a un grande, pues no podemos olvidar que este año 2019 es el año Lorca en Madrid y nuestro safari ¡era una incógnita! Solo sabían que debían dirigirse con un sobre cerrado a la calle Alcalá 96, que les fue llevando a lo que llamamos ‘Un Madrid para Lorca’: conocieron su infancia, las anécdotas de la residencia, el fracaso del estreno de ‘El maleficio de la mariposa’, su deseo de seguir luchando, el viaje a Nueva York, la proclamación de la II República, la creación de la Barraca, el estreno de ‘Bodas de Sangre’ o de ‘Yerma’. Y así, su última casa, el Retiro, el café Lyon, el café Granja el Henar, el Ateneo, el Teatro Español… volvieron a ponerse a los pies de Lorca.
El objetivo se consiguió con creces y los alumnos disfrutaron con sus compañeros, consolidaron los contenidos de la asignatura, se impregnaron del arte y la cultura de la ciudad en la que viven, aprendieron a tener una mirada crítica, a relacionar contenidos de distintas asignaturas… También comprendieron que una educación integral combina la vida en el aula con el interés y la motivación por seguir aprendiendo fuera de ella.
Solo se atreven a hacer este safari los valientes, los que se atreven a ver la realidad con otro enfoque, la otra mirada, la de lo insignificante, lo secundario, los pequeños momentos sobre los que se construye nuestra vida y nuestra historia. Y qué mejores palabras pueden ser indicio de éxito de la actividad que las que se repitieron una y otra vez en las sucesivas semanas: “Profe, ¿de qué es el siguiente safari?”.
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